jueves, 15 de febrero de 2018

Los Limites En los hijos !Como para Que¡

OS LIMITES
Es una asignatura que se nos presenta a diario y muchas veces no tenemos en claro por qué deben existir los límites, para què y què consecuencias generan la justa y correcta aplicación a tiempo de los mismos. Si bien podemos exponer el tema de “Los Límites” desde diferentes contextos de nuestra vida, en ésta oportunidad me referiré a los límites y a su aplicación en la educación a nuestros hijos.
¿QUÈ SON LOS LÌMITES? SU IMPORTANCIA
Son reglas que regulan el comportamiento. Suponen
• contener
• guiar,
• proteger,
• prevenir,
• y ... no sólo sancionar.
• La Crisis de Autoridad en la Familia:

El manejo de autoridad de nuestras familias hispano-hablantes ha sido tradicionalmente autocrático. El padre y la madre imponen las normas, ellos corrigen y castigan o premian. Pero el padre es el que tiene la última palabra, en él reside la responsabilidad económica y social y moral de la familia.

Este es un modelo que ha funcionado durante siglos y todavía funciona en muchas familias. ¿Cuáles son las ventajas del estilo autocrático? El poder y la responsabilidad están concentrados en el padre y la madre, no se comparten con los hijos; es una manera rápida y económica de manejar la familia, siempre y cuando los hijos sean obedientes o sometidos. ¿Y cuàles son sus desventajas?

Cuando todo depende de Papá y Mamá, los niños tienen poca oportunidad para tener iniciativa y a participar. Los niños no han aprendido como funcionar en grupo, a cooperar o a contribuír con ideas nuevas. Sólo saben obedecer y a responder al miedo que sienten frente a las exigencias y a los castigos de Papá y Mamá.
Pero hay familias donde éste estilo autocrático ha dejado de funcionar. Estas son familias donde el estilo autocrático se ha resquebrajado y los padres no han encontrado todavía la manera para que los niños asuman sus responsabilidades, sean obedientes y cumplan con las normas de la familia. Estas son familias donde nadie está contento y donde hay mucha tensiòn o “stress”. Son familias donde surgen constantemente pequeñas crisis de autoridad y, a veces, a crisis màs grandes, los padres no saben que hacer, porqué sienten que estàn perdiendo el control sobre los niños y temen perderlo completamente.

Lo primero que puedo decirles es que:
Las crisis son buenas y son sanas, siempre y cuando tengamos la fortaleza de encararlas y examinarlas.
Las crisis son buenas porque nos obligan a darnos cuenta que la familia no está bien y son sanas porque nos obligan a actuar, a cambiar.
¿Qué hacer?
Ante todo no se desesperen. No se preocupen. ¡Ocupémosnos, entonces!
Recordemos que en una familia con un estilo autocrático, los niños aprenden a obedecer y/o rebelarse, sin embargo no hay lugar para la participación y cooperación. Es un estilo que no promueve la verdadera fortaleza emocional y espiritual, ni la responsabilidad, y el tipo de liderazgo que los niños aprenden es un liderazgo opresor y no uno que invita la iniciativa y la creatividad del grupo. Los niños crecen en un ambiente autocrático y tienen dificultad para ajustarse al mundo moderno.
¿Cómo cambiar cuando hay crisis de autoridad en la familia? El cambio que les propongo es un cambio hacia un manejo más democrático de la disciplina en el hogar.
No estoy hablando a una ausencia de normas, ni siquiera una disminución de normas. A lo que me refiero es que en vez de que las normas vengan impuestas desde arriba, por los padres, estas normas van a surgir de los diferentes miembros de la familia, de los miembros que las tienen que cumplir.
Estoy sugiriendo que compartamos el poder y la autoridad con nuestros hijos, que la familia ha tradicionalmente colocado en los padres. Si las responsabilidades y las normas son discutidas y no impuestas, los niños se van a sentir co-responsables, se van a sentir muy importantes, se van a sentir tomados en cuenta y van a estar listos para asumir sus responsabilidades.
A través de èste sistema, nosotros, los padres, estaremos promoviendo la cooperación de nuestros hijos, su auto responsabilidad, su iniciativa, la comprensión de las necesidades de las normas, la comprensión de la necesidad del respeto hacia el otro, respeto por su espacio y respeto por su tiempo.
El ser humano logra bienestar si, en sus relaciones consigo mismo y con los demás, se mantiene en esos lìmites , movièndose con libertad en ellos. En cambio, si despliega una bùsqueda de sì o de los otros, creando objetivos y expectativas fuera de esos límites personales, se siente mal. En tal caso, sus capacidades y aptitudes de ser intentan sobrepasar su realidad. Entonces, vive una fantasía o bien sufre la angustia y frustración de no alcanzarse a sì, ni comprender a los otros.
Tenemos que perder el miedo a limitar a los niños.
• Limitar no es aniquilar.
• Limitar es dar vida, si lo hacemos adecuadamente.
El gran peligro reside en ver en el límite sólo su aspecto negativo-empobrecedor: lo que nos quita y nos prohíbe.
Los lìmites son EDUCATIVOS
• Porque ayudan al joven a salir de su narcisismo y a prepararse para amar. “Cuando la madre le pone una condición: “te dejo ver los dibujitos si ordenás el cuarto” o plantea una renuncia o un sacrificio por amor (“no pidas este juguete porque papá anda con poca plata a pesar de todo lo que trabaja”: Esto hace que el hijo/ a deje su narcisismo (al quererse a sì mismo/a por sobre todos los demàs) y vaya aprendiendo el verdadero amor vincular desde sus primeras relaciones afectivas. Reconocer el deseo del otro es uno de los rasgos más importantes de madurez.
• Porque ayudan a la persona a desarrollar la aceptación de la ley y el respeto a la autoridad legítima. “No puede haber socialización ni verdadero sentido de la justicia si no se renuncia al principio del propio placer y al interès egocèntrico”. El deseo o el principio del propio placer tiene sus propias leyes. Su consigna es: ¡“Quiero todo Ya!..!“ El lìmite pone fin a esta fantasía de ilimitaciòn y omnipotencia. Así, los lìmites nos ubican en la puerta de la satisfacciòn màs profunda de la persona. Si el niño o el adolescente permanecen en un estado de ilimitación, de satisfacción espontánea de sus continuas demandas, nunca llegarán a la madurez humana. En ese caso, no hay educación sin una adecuada dosis de frustración. Porque toda educación supone la reducción del deseo y de la fantasía de omnipotencia.
• Porque al limitarnos la realidad, mal que nos pese, no somos omnipotentes. Y es bueno ir vislumbrando ésto desde chicos. La realidad no es tan manipulable como los niños o los adolescentes pretenden desde su pensamiento mágico y egocéntrico. La vida muchas veces nos dice “no” y, si no sabemos aceptarlo, vivimos resentidos. Por ello la educación tiene que llevar a la persona a comprender y aceptar que no todo saldrá siempre según su deseo, que no siempre logrará lo que se propone. Esto se denomina tolerancia a la frustración y es un rasgo fundamental de la personalidad madura. Quien no lo adquiere será un caprichoso consentido, aunque tenga 40 o 65 años. “Entonces, cuando papá dice “basta” o “no hay más” o “esperá un ratito” o “hasta acá”, de algún modo está funcionando como un representante de lo real para ese hijo; le está adelantando situaciones que tendrá que experimentar, lo está ayudando a ubicarse”.

El establecimiento de lìmites es esencial a la hora de educar.
Para poner un lìmite generalmente la gente piensa que se requiere ejercer violencia, agresividad y por tal motivo suele esperar hasta que la situaciòn estalle. Mientras tanto los límites se van poniendo flojos, elásticos y parece que no existen. Esto causa mucho desconcierto a las personas que dependen de nosotros, especialmente los hijos.
La palabra clave es firmeza, y la firmeza tiene que ver con la seguridad interna, con autoestima.
Mucha gente confunde esta seguridad con estar enojados y la ùnica forma de poner lìmites es enojándose.
• SABER PREVENIR 
El ejemplo que se les brinde dentro de la familia será decisivo para la construcción de sí mismos.
- Si se los escucha en sus necesidades, podrán estar atentos a las necesidades de los demás.
- Si se los trata con hostilidad, la misma actuará como un “boomerang”, en detrimento de las relaciones familiares, sociales y de su propia persona.
EL LIMITE ES EL VALOR IDENTIFICADOR DE CADA PERSONA,
ES SU NOMBRE”


Algo està bien definido cuando sabemos lo que es y lo que no es. Una persona tiene una identidad definida cuando sabe quién es y quién no es, cuando sabe lo que piensa, siente y quiere. Pero al mismo tiempo, sabiendo èsto sabe lo que no piensa, lo que no siente y lo que no quiere, lo que no puede y lo que no debe. Sabe quién es, què lo diferencia de los otros, y no se confunde con ello. Esto le da conciencia de su identidad . Esto le da unidad y le permite reconocerse y moverse adecuadamente en su ámbito.

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